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26 febrero, 2024

Estamos en La Hora De La Familia

Esta semana he leído el informe Transformación y crisis de la institución matrimonial en España, publicado por el Observatorio Demográfico de la Universidad CEU San Pablo.Un dato, aunque no inesperado, me ha llamado la atención: Hoy en día aproximadamente la mitad de los jóvenes y adultos españoles no tienen planes de casarse, y un porcentaje similar de matrimonios termina en divorcio.

Ya lo avisaba Chesterton hace un siglo: «En el futuro, en vez de la vieja distinción social entre casados y solteros, habrá una distinción entre casados y realmente casados». Pero si Chesterton hubiera vivido en nuestros días, habría comprobado que cuando una cultura deja de creer en la institución matrimonial con todas sus consecuencias, al final renuncia a casarse. La historia ha derivado hacia la convivencia transitoria sin proyecto de matrimonio. Tiene su lógica, si no se cree en el matrimonio, ¿para qué casarse? Es necesario que el matrimonio sea auténtico.

tal vez deberíamos llevar a cabo nuestra ITV familiar, para ver qué tipo de familia somos

Por otra parte, hace un tiempo se han puesto en marcha programas de ITV matrimonial, para una puesta a punto para el matrimonio. Su foco principal es descubrir las fortalezas, identificar las debilidades y comprender la balanza entre el Amor y el Perdón. Son momentos pensados exclusivamente para la pareja, en que se les ofrece actividades para descansar, hablar, compartir y recomenzar. Estaba yo recapacitando que tal vez deberíamos llevar a cabo nuestra ITV familiar, para ver qué tipo de familia somos.

Recientemente he descubierto el concepto de desfamiliarización, acuñado por Tomás Melendo. Y reflexionaba sobre si somos o no una familia “desfamiliarizada”. Como definió Don Tomás, en las familias “desfamiliarizadas” se vive sin el clima, sin el ambiente, propio de una familia. Hay falta de cariño, de cercanía entre los miembros de la familia, de interés recíproco, de ternura, de sosiego, de atención por lo pequeño de los demás. Apenas hay conversaciones cercanas, familiares, amistosas. Falta la coincidencia de intereses, de tiempos. De ese tiempo familiar que incluye los tiempos de los distintos miembros de la familia. Son familias donde no se escucha, no se atiende a lo que a los demás importa. Y no se responde, porque no se atiende a lo que los otros dicen.

debemos cambiar en nuestro ambiente los valores anti-familia que imperan, por unos auténticos valores pro-familia

Considero que, para no caer en esta tendencia, debemos cambiar en nuestro ambiente los valores anti-familia que imperan, por unos auténticos valores pro-familia. Opino que esto es crucial, ya que nos inclinamos a adoptar los hábitos que son elogiados y aprobados por el ambiente en que vivimos, puesto que sentimos un natural deseo de integrarnos y pertenecer a una tribu. Como afirma James Clear, tendemos a imitar los hábitos de tres grupos sociales. El cercano, formado por la familia y amigos. El amplio, la denominada tribu. Y el poderoso, que incluye a quienes cuentan con un estatus elevado y prestigio. Debemos influir en nuestro ambiente y pensar qué podemos hacer para cambiar nosotros mismos el ambiente. Es el reto de ser influencer 

¿Juzgas que está todo perdido o está todo por hacer?

Como manifiesta el Dr. Miguel Ángel Martinez-González, frente a los dictadorzuelos del relativismo, consumismo, hedonismo, pansexualismo, hay personas que pasarán a la historia. Con su testimonio, con sus palabras, con sus escritos, y, sobre todo, con sus vidas, quedarán como testigos imborrables. ¿Queremos ser protagonistas o unos meros espectadores?

Por tanto tenemos la responsabilidad de pasar del yo por encima de todo, del individualismo;  al compartir, al nosotros. De la carrera profesional, la competencia; al apoyar, al esperar. Del todo para ya, de la inmediatez, de lo próximo, lo rápido; al aceptar, al disfrutar, al sacrificar. De los cambios de rumbo, del relativismo; al mantener, al tener criterio, al dar sentido. De la búsqueda del placer, del hedonismo, a la cultura del esfuerzo, y al, sí, sufrimiento.

Esto es, preferir la dignidad y los valores. Ser héroes valientes que no se quieren someter a la presión ambiental, ni rendir vasallaje al equivocado cliché que se acepta socialmente. Es decir, afianzar la familia como maduración, como un proceso que va desde la dependencia, a la independencia, hasta llegar a la interdependencia. O sea, la familia como espacio de comunión.

Quizá falte formación. Mucha gente de buena voluntad no sabe bien cómo afrontar los retos de esta sociedad relativista, nihilista y hedonista, de forma que optan por el silencio, dejando el campo libre a quienes siembran errores. 

Sí. El informe sobre crisis de la institución matrimonial es muy heavy. Pero, como declara Pep Borrell: vamos a cambiarlo. Siempre con alegría. La familia debe ser la fuente de donde surja la civilización del amor. Estimo que si esta renovación no brota de la familia, no brotará en absoluto. La revolución que debemos fraguar, o es familiar o simplemente no será.

Con este objetivo, debemos ser matrimonios alegres, que contagiemos esta alegría a la sociedad. La alegría del matrimonio… ¿cómo? la alegría la transmitimos, la contagiamos, no la podemos disimular, la manifestamos con signos externos. Para esto: miremos, admiremos, dejémonos mirar, dejémonos admirar. Pongamos los cinco sentidos en nuestra mujer, en nuestro marido. Como testifica Pep Borrell: el partido está ganado. Vamos a cambiar las estadísticas. Vamos, ¡a bailar!

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Carlos Company Selma – @educar_el_caracter Arquitecto apasionado de la familia, la educación del carácter y la formación de los hijos. Experto en el área de gestión inmobiliaria. MBA en gestión de proyectos. Máster en matrimonio y familia en la Universidad de Navarra. Máster en formación del profesorado. Ha vivido experiencias profesionales en Australia y Brasil.